viernes, 5 de febrero de 2010

¿Me quedé en el tiempo o que?

Después del silencio auto impuesto, he decidido retomar las notas en este blog. Quiero agradecer a los muchos amigos, “colegas oyentes” que se contactaron a yoeloyente@gmail.com, consultando el porque de estas vacaciones.
Es verdad, podría bien escudarme en unas pretendidas vacaciones, pero no es así. Me impuse un silencio, ante la triste realidad por la que hoy atraviesa nuestra amada estrella, la radio. Y esto lo compruebo en cada rincón del país, salvo alguna contada originalidad.
Ya todo es igual, nada es mejor. ¿Qué sería de los conductores y productores de todo el amplio espectro radial en ambas bandas, sin la participación de los oyentes? Seguramente a los pibes de hoy adaptados a estos tiempos radiales, mucho les costará entender que la radio fue históricamente por sobre todo “un espectáculo”. Que cada radio tenía su estilo, con programaciones que abarcaban el más amplio espíritu del gusto del oyente, que habido de sus gustos, se alineaba en el punto del dial de su preferencia.
Hoy, en todas las emisoras sin excepción, todo es política, chimentos, especulación, oyentes politizados, notas y editoriales de opinologos de cuanto tema sea noticia y la infaltable grosería para destacar lo agiornado y piola que es el eventual conductor.
A propósito, menciono la categoría de conductor y aprecio con particular espanto que cualquiera es conductor. Periodistas, actores, modelos, etc. ¿Y los locutores? Son simples partenaire limitados a intervenir cuando se le antoja al devenido conductor, para dar los datos del tiempo, el correo electrónico, los teléfonos y eventualmente algún avisito.
Cuando comencé a enamorarme de la radio, quienes conducían los programas eran avezados locutores, que no habían pasado por el mentado y absurdo Iser o semejantes, eran locutores y animadores o maestros de ceremonias de cuna, autodidactas, cuyo nombre y actuación tenían peso propio y garantía de su función, la calidad y el profesionalismo. Jaime Mas, Benjamín Benito, Roberto Real, Raúl González Alcántara Alberto Alejandrino, Jorge Homar Del Rió, Antonio Carrizo, Cacho Fontana, el negro Vitoria, Lidia Sánchez, Brizuela Méndez, Alejandro Romay, etc.
Me pregunto ¿Para que estudian los locutores? Solo basta observar las programaciones de las distintas emisoras, para constatar lo expresado. En FM, el programa más escuchado lo conduce Mario Pergolini, no es locutor. Si seguimos recorriendo el dial observamos a: Gómez Castañon, Chiche Gelblum, Jorge Rial, ¿Luís Majul?, María O`Donell, Alejandro Fantino, un tal ¿Baby Etchecopar?, Tenembaum, ¿Bilardo?, Tete Coustarot y así muchos mas. Sobran los dedos de una mano para contar algunos ciclos cuyos responsables son locutores, Bravo, Víctor Hugo Morales, Cali Fidalgo, y algunos otros, pero los menos.
Si hoy, la sociedad que dice agruparlos, solo brega para que sus afiliados sean reidores de los pseudos conductores, va por mal camino. No admito por ejemplo que excelentes locutoras, capaces de conducir programas como Silvia Moscosso de Continental, o Mercedes Sosa de la Red, estén limitadas a expresar cada día que calles están cortadas.
Si hoy revivieran Roberto Galán, Jaime Font Saravia, Jaime Mas, Jorge H. del Río, G. Caram, entre otros, sentirían vergüenza ajena del rol al que han denostado a la profesión, y los hoy dirigentes vitalicios de la S.A.L, deberán con suerte volver a sus turnos de simples informativistas a la vieja Radio del Pueblo, que ya no existe.
LOCUTORES, dejen el egoísmo, en lugar de denunciar a quienes aún con capacidad anuncia un tema musical, agrúpense para retomar el lugar que nunca debieron perder. En radio los protagonistas deben ser ustedes ¿Acaso no estudiaron para ello? En radio, en televisión, en teatro, en cine y en cualquier actividad artística, existe un don nato, un don que nace con nuestros genes.
El locutor no es un profesional de las leyes o la ciencia. Es un trabajador al que por naturaleza le brota eso que viene de sus entrañas, la vocación, el oficio adquirido por años y el amor por el maravilloso medio que los cautivara de niños. Si así no lo fuera, busquen otro camino. No hagan la del perro del hortelano….